Los estrógenos son claves para mantener un buen estado de salud durante la época fértil. Pero llega un día en que los niveles de estrógenos disminuyen y empiezas a experimentar cambios en tu cuerpo: aumentas de peso, el colesterol lo tienes alto, la presión arterial también la tienes alta… estás llegando a la menopausia. Los hombres también experimentan una disminución similar en la producción de hormonas sexuales.
La menopausia es una transición fisiológica de la mujer caracterizada por el cese definitivo de la función ovárica y del ciclo menstrual. Es habitual que llegue de forma natural pero también puede tener un origen iatrogénico, ya sea como resultado de una enfermedad, el uso de un medicamento o bien de una operación.
Esta situación se confirma clínicamente tras haber pasado 12 meses sin menstruación (amenorreas) y mediante una analítica de sangre, que permita evidenciar una disminución de las hormonas sexuales femeninas, es decir, una menor producción de estradiol (hipoestrogenismo) y de progesterona, junto con una mayor fabricación de la hormona folículoestimulante (FSH) y menor fabricación de inhibina (hormona que inhibe la FSH).
La edad promedio de la menopausia suele ser de 46 a 52 años. Si te empieza entre los 35-40 años hasta alrededor de los 65 es normal y natural. La edad en que llega la menopausia y la manera en cómo la padecemos o como la vivimos se considera un marcador de envejecimiento biológico. Todos somos diferentes y dependiendo de la raza, del estado social de cada uno, del peso y los hábitos de vida pasaremos esta etapa de la vida estupendamente o la viviremos como un calvario. ¿Te vendrá temprano o tarde? Mira cuántos datos curiosos. La menopausia tardía es típica en mujeres con:
La menopausia precoz es típica en mujeres:
Los sofocos y sudoraciones nocturnas son más frecuentes en las mujeres con menor nivel educativo, con menos estabilidad económica, en mujeres fumadoras, más sedentarias y con sobrepeso u obesidad (índice de masa corporal elevado).
Los síntomas de la menopausia son:
.
.
La severidad y duración de estos síntomas, que no tendríamos que tener, es variable. Sabemos que durante la menopausia tres de cada cuatro mujeres tienen “pequeños problemas” por la falta de hormonas sexuales cómo: pérdida de masa ósea (osteoporosis), acumulación de grasa visceral, aumento de los triglicéridos, de la glucosa, de la presión arterial y de la diabetes tipo 2.
Ahora te explicaré como la microbiota del intestino y la alimentación puede cambiar estas estadísticas de “tres de cada cuatro” que mencionábamos. ¡Qué te parece!
Sólo una de cada cuatro mujeres no presenta ninguno de estos síntomas asociados a la falta de hormonas sexuales. Es muy importante que conozcas como tener una transición saludable en esta época de la vida.
¿Qué propuestas terapéuticas podemos ofrecerte?
La seguridad y eficacia de la THS puede mejorarse cuando se combina con suplementos probióticos y polifenoles con actividad estrogénica (fitoestrógenos), como las isoflavonas, a través de la dieta o de suplementos. A continuación te explicaré el motivo.
Los fitoestrógenos tienen más afinidad por los receptores estrogénicos ERβ que por los ERα, lo cual les confiere efectos protectores.
Las isoflavonas, los lignanos, los cumestranos y los estilbenos son fitoestrógenos.
Come regularmente legumbres (especialmente, soja), cereales integrales, frutas del bosque y frutos secos. Y come isoflavonas que contengan especialmente genisteína, daidzeína y S-equol cómo por ejemplo: soja, habas, sésamo, kudzu (también contiene la aglicona puerarina), fruta de la pasión y trébol rojo.
Con el consumo regular de soja facilitarás que las isoflavonas ingeridas tengan un efecto inhibidor en la glicólisis, que se reduzca la neoglucogénesis y aumenten los cuerpos cetónicos (acetato, acetoacetato e hidroxibutirato). El consumo regular de soja provoca un cambio en la dirección del metabolismo energético de los hidratos de carbono a favor de los lípidos potenciando la utilización de las grasas como sustrato energético; así quemaremos más grasas y reduciremos el peso.
Aumentando el consumo de estos alimentos probablemente mejorarás gracias a las propiedades de los fitoestrógenos:
Sí, acabas de leer que “probablemente mejorarás”, porque no todo el mundo obtiene los beneficios descritos de las isoflavonas aunque coma los mismos alimentos ricos en fitoestrógenos.
¿Por qué?
¿Cuál es la clave para que estos alimentos se conviertan en superalimentos cuando los ingerimos? ¡No existen los superalimentos!
La clave está en tu intestino y en las bacterias que contiene. La microbiota (bacterias intestinales) y estos alimentos con actividad estrogénica tienen una relación de amor inseparable. Según recientes evidencias científicas, ambos interactúan de forma que la microbiota metaboliza las isoflavonas y otros fitoestrógenos en moléculas más pequeñas y activas, que a la vez favorecen la proliferación y crecimiento de ciertos tipos de bacterias sanas.
Las bacterias intestinales y las enzimas fabricadas por nuestra microbiota intestinal son esenciales para la hidrólisis de las isoflavonas conjugadas en agliconas y sus metabolitos. Esta transformación y metabolismo de las isoflavonas sucede en diferentes etapas que implican diferentes enzimas fabricadas por diferentes especies bacterianas del intestino.
Hay personas que tienen una microbiota que fabrica enzimas capaces de biotransformar las isoflavonas en formas activas, y otras, que no tienen esta microbiota y no podrán disfrutar de los beneficios de las formas activas de las isoflavonas. Según la microbiota que tengan, hay personas que son productores de equol o no productores de equol. Cuida tu intestino. Comer soja no implica directamente que podamos beneficiarnos de sus bondades.
Por ejemplo, después de la ingestión de soja más del 50 % de los asiáticos producen daidzeina y equol, mientras que sólo el 20-30 % de los occidentales producimos estas formas activas con la misma ingesta de soja. Los productores de equol tienen en sangre el doble de equol que los no productores y, en cambio, el 80-90 % de la población fabrica normalmente el metabolito inactivo O-demetilangolensina (O-DMA).
Las poblaciones asiáticas consumen muchas más isoflavonas que las sociedades occidentales (europeos o americanos) y esto promueve un tipo de microbiota intestinal más favorable para fabricar agliconas a partir de las formas glicosiladas inactivas.
Los problemas metabólicos de la menopausia los tenemos que tratar de una forma holística teniendo en cuenta que:
Come o toma suplementos de isoflavonas: No me digas que comes legumbres solo una vez a la semana. Come regularmente legumbres (especialmente la soja), cereales integrales, frutas del bosque y frutos secos. Te recomiendo especialmente los alimentos que contienen más agliconas activas (genisteína, daidzeína y S-equol) como la soja, habas, sésamo, kudzu (también contiene la aglicona puerarina), fruta de la pasión y trébol rojo. Prepara cada día 1 cucharada pequeña de kudzu (lo encontrarás en el herbolario) mezclado con agua tibia y a continuación calentado ligeramente, que es una manera excelente de empezar el día. Fácil y eficaz para lo que deseamos mejorar.
En un metaanálisis dirigido por Bolaños, De Castillo, & Francià, 2010 se comprobó que las dosis de 33,3-134,4 mg/día de isoflavonas , ya sea a través de la dieta, en concentrado o en forma de extracto de isoflavonas durante 12-96 semanas (de 3 meses a 2 años) reducen los síntomas vasomotores (sofocos) de la menopausia en comparación con un grupo placebo. La suplementación de 54 mg de genisteína/día durante 6 meses a mujeres postmenopáusicas mejora los niveles de glucosa, de insulina y las funciones vasculares.
El consumo de vegetales y de fruta contribuye a tener una mayor diversidad bacteriana en el intestino, lo cual propicia que después de comer alimentos ricos en isoflavonas la daidzeína se metabolice en el tan apreciado S-EQUOL.
El ácido butírico es un ácido graso de cadena corta (SCFA) fabricado en el colon después de comer fibra soluble o almidón resistente. Las personas que hacen ejercicio físico producen más ácido butírico que las que no hacen deporte. La arginina es un aminoácido que encontramos en la soja, lentejas, semillas de calabaza, sésamo, carne, pescado especialmente en el salmón, chocolate, frutos secos, marisco, yema de huevo, y en frutas como el aguacate, sandía, uvas… procura comerlas.
¡Venga! ¡Qué ya lo tienes! Pequeños cambios pueden cambiarte la vida.
Journal of Functional Foods, Volume 41, February 2018, Pages 100-111
Impact of microbiota on the use and effects of isoflavones in the relief of climacteric symptoms in menopausal women – A review
Naice E.S. Monteiro, Lívia D. Queirós, Danielle B. Lopes, Adriana O. Pedro, Gabriela A. Macedo
Addressing the inter-individual variation in response to consumption of plant food bioactives: Towards a better understanding of their role in healthy aging and cardiometabolic risk reduction
Claudine Manac, Dragan Milenkovic, Tom Van de Wiele, Ana Rodriguez-Mateos, Baukje de Roos, Maria Teresa Garcia-Conesa, Rikard Landberg, Eileen R. Gibney, Marina Heinonen, Francisco Tomaás-Barberán and Christine Morand.
Am. J. Clinical Nutr. 2016, 103, 694– 702.
Acute benefits of the microbial-derived isoflavone metabo- lite equol on arterial stiffness in men prospectively recruited according to equol producer phenotype: a double-blind ran- domized controlled trial.
Hazim, S., Curtis, P. J., Schar, M. Y., Ostertag, L. M. et al.,
Intestinal microbiota in metabolic diseases: from bac- terial community structure and functions to species of pathophysiological relevance. Gut Microbes 2014, 5, 544–551.
Clavel, T., Desmarchelier, C., Haller, D., Gerard, P. et al.
BJOG : An International Journal of Obstetrics and Gynaecology, 1–10.
Vasomotor symptoms resulting from natural menopause: A systematic review and network meta-analysis of treatment effects from the National Institute of Health and Care Excellence guideline on menopause.
BJOG : An International Journal of Obstetrics and Gynaecology, 1–10. http://dx.doi.org/10.1111/1471-0528.14619.
Sarri, G., Pedder, H., Dias, S., Guo, Y., & Lumsden, M. A. (2017).
Bioscience of Microbiota, Food and Health, 35(3), 113–121.
The production of S-equol from daidzein is associated with a cluster of three genes in Eggerthella sp. YY7918.
Kawada, Y., Yokoyama, S., Yanase, E., Niwa, T., & Suzuki, T. (2016).
J Nutr. 2006 Aug; 136(8):2188-93.
Method of defining equol-producer status and its frequency among vegetarians.
Setchell KD, Cole SJ
British Journal of Nutrition, 116(2), 247–257.
The combined effects of soya isoflavones and resistant starch on equol pro- duction and trabecular bone loss in ovariectomised mice.
Tousen, Y., Matsumoto, Y., Matsumoto, C., Nishide, Y., Nagahata, Y., Kobayashi, I., et al. (2016).
NAMS (2017).
The 2017 hormone therapy position statement of The North American Menopause Society. Menopause: The Journal of The North American Menopause Society, 24(7), 728–753.
Langer, R. (2017).
The evidence base for HRT: What can we believe? Climacteric, 20(2), 91–96.
Lambert, M. N. T., Hu, L. M., & Jeppesen, P. B. (2017).
A systematic review and meta- analysis of the effects of isoflavone formulations against estrogen-deficient bone re- sorption in peri- and postmenopausal women. American Journal of Clinical Nutrition, 106(3), 801–811.
Metabolites. 2015 Jan 14;5(1):56-73.
The role of colonic bacteria in the metabolism of the natural isoflavone daidzin to equol.
Rafii F1.
Recommendations on women’s midlife health and menopause hormone therapy. Climacteric.
Baber, R., Panay, N., & Fenton, A. (2016).
Chemoprevention of breast cancer by dietary polyphenols.
Molecules 20, 22578–22620
Mocanu, M.-M. et al. (2015)
Complementary and alternative approaches to menopause. Endocrinology and Metabolism Clinics of North America.
Taylor, M. (2015).
Dietary modulation of the gut microbiota.
A randomised controlled trial in obese postmenopausal women. British Journal of Nutrition.
Brahe, L. K., Le Chatelier, E., Prifti, E., Pons, N., Kennedy, S., Blædel, T., … Larsen, L. H. (2015).
Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, 100(11), 3975–4011.
Treatment of symptoms of the menopause: An endocrine society clinical practice guideline.
Stuenkel, C. A., Davis, S. R., Gompel, A., Lumsden, M. A., Murad, M. H., Pinkerton, J. A. V., et al. (2015).