La PNIE fue descrita por primera vez en el 1936. Desde entonces, cada vez somos más conscientes de como la mente y nuestros hábitos de vida pueden ayudar a solucionar problemas de salud, problemas que también somos capaces de cronificar. Sentirse triste y tener inflamaciones o alergias podrían ser caras de la misma moneda. ¿Sabías que el sentirse triste suele estar acompañado de un exceso de histamina en el organismo y que la hipnosis o la meditación la reducen rápidamente? ¿Sabías que los síntomas intestinales de las personas que sufren de colon irritable (gases en exceso, dolores, excrementos pastosos y estreñimientos…) se mejoran rápidamente con la terapia cognitiva conductual y la hipnosis, sin tener que intervenir en la dieta?
Los recientes descubrimientos de la PNIE han permitido identificar que problemas como el colono irritable y piel atòpica están muy relacionados con el estrés, concretamente con un exceso de activación del eje Hipotálamo-Hipófisis-Adrenals (HHA) y del eje de la cadena simpática (SANO). Ambos ejes forman la maquinaria encargada de fabricar la adrenalina, la noradrenalina y el cortisol: hormonas de estrés que actúan sobre el sistema inmunitario y causan inflamaciones y exceso de histamina en el organismo, condicionándonos a padecer ciertas enfermedades que podrían resolverse fácilmente. Es la relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario (SN- SI).
Desde la PNIE estamos interesados en ayudar a las personas a regular su sistema neuro-inmunitario. La comunidad científica ya ha establecido claramente la comunicación recíproca existente entre el cerebro, el intestino y la microbiota intestinal (bacterias del intestino). Por este motivo, hoy en día, calificamos al intestino como el segundo cerebro. Uno de los mecanismos de comunicación entre la microbiota del intestino y el cerebro es la vía neural, la del sistema nervioso.
El intestino tiene un sistema nervioso que engloba dos redes de neuronas situadas justo por debajo de la mucosa por donde pasan los alimentos y le sirve para controlar de forma autónoma funciones como la motilidad, la secreción de enzimas, la mucosidad y la circulación sanguínea. Se denomina sistema nervioso entérico (SNE). El SNE está controlado por el nervio vago (por par craneal), el principal nervio del sistema nervioso parasimpático (contrario al sistema nervioso simpático o de estrés) que tiene una función antiinflamatoria, calmante, relajante, tranquilizante en el corazón, los pulmones, las vísceras…, el encargado de retardar las pulsaciones, el que provoca esa sensación en el pecho cuando tu hijo te dice te quiero o cuando sientes amor, gratitud y felicidad gracias a personas o a momentos que instintivamente eres capaz de vivir.
El nervio vago (por par craneal) es el nervio intracraneal más largo que tenemos (está compuesto por fibras aferentes en un 80 % y fibras eferentes en un 20 %) y es el nervio parasimpático más importante, el encargado de recoger la información de los metabolitos de la microbiota durante la digestión y transferir estas señales del intestino hacia el cerebro, que entonces dará una respuesta apropiada y adaptada al estímulo.
El nervio vago interactua con el sistema inmunitario, recuerda la relación neuro-inmunitaria. Así, vemos que sus fibras nerviosas son antiinflamatorias, disminuyen la permeabilidad intestinal y mejoran la microbiota. ¡Nos interesa mantener activo y estimular su actividad!
¡Cómo tienes el tono vagal? ¿Tienes activo el nervio vago? El nervio vago es una parte esencial de la relación microbiota-intestino-cerebro y actúa modulando las inflamaciones, el equilibrio intestinal y las sensaciones de saciedad, el hambre y el equilibrio energético.
Por este motivo, actualmente se propone valorar la actividad del nervio vago (por par craneal) como posible marcador del estado del eje microbiota-intestino-cerebro. Las personas con colon irritable o inflamaciones intestinales (Crohn o colitis ulcerosa) tienen el tono vagal particularmente alterado, con un nervio vago muy poco activo.
Los alimentos que llegan al intestino y las emociones que acompañan nuestro hacer y deshacer diario regulan la actividad del nervio vago. Hay una conexión entre la nutrición y nuestro nervio vago. Y a la vez una conexión entre nuestro estado emocional y la actividad del nervio vago. La señales que provienen de nuestro intestino serán determinantes en nuestra salud emocional, cognitiva y conductual.
El estrés frenético al que nos enfrentamos diariamente frena la actividad del nervio vago, y por lo tanto, reduce su efecto antiinflamatorio, altera la microbiota intestinal y la permeabilidad del intestino.
Por lo tanto, la falta de actividad del nervio vago provocará un desequilibrio entre las bacterias, hongos y otros microorganismos que tenemos en el intestino. Esto podría desencadenar o empeorar problemas digestivos como el colon irritable, enfermedades inflamatorias o gastrointestinales (gastritis, esofagitis, enfermedad de Crohn, colitis) y problemas de funcionamiento a nivel cerebral.
Ahora me pregunto: ¿Qué he comido hoy? ¿Cómo es mi relación con el entorno social?
Si no vas bien de vientre o tienes muchos gases seguro que también habrás notado que tampoco estás de buen humor, no descansas bien por las noches y tienes la cabeza embotada o aturdida. Quizás nunca te hayas preocupado por tus gases, estreñimiento o heces pastosas porque con un laxante, comprimidos contra los gases o calmantes siempre has podido solucionar los malestares, esquivando las crisis eventuales. Probablemente te hayas puesto a tratar la depresión, la angustia o la fatiga y dolores recurrentes con medicamentos prescritos, sin sospechar que quizás el único problema es tu intestino. Si no vas bien de vientre, no te enfades con tu psicólogo, médico o fisioterapeuta que intenta ayudarte a resolver los síntomas molestos que te aquejan, porque la solución en muchos casos la tenemos nosotros, en nuestro intestino. Ayudémoslos.
Ya hemos identificado que el estrés o el miedo puede provocarnos diarrea justo antes de un examen o de una situación angustiosa porque hay una comunicación bidireccional del cerebro hacia el intestino que representa el 20 % de las aferencias del nervio vago. Esta misma vía de comunicación existe del intestino hacia el cerebro y representa el 80% de las aferencias del nervio vago. La salud del intestino afecta más nuestro cerebro que el cerebro al intestino.
La microbiota y los productos que nuestras bacterias intestinales fabrican condicionan la comunicación neural ascendente en un 80 %, la que proviene de tu intestino y llega al cerebro. Paralelamente, la actividad del nervio vago condiciona un 20 % la comunicación descendente entre el sistema nervioso central (SNC), la microbiota y el intestino.
¿Tienes un trabajo exigente? ¿Tienes hijos pequeños o familiares enfermos por los cuales velar? ¿Tienes ganas de estar solo y que te dejen tranquilo? ¿Descansas mal o te despiertas muy temprano? ¿Te sientes irritable o triste?
El estrés crónico condiciona la activación noradrenérgica de los órganos linfáticos y la desviación del sistema inmunitario hacia un fenotipo Th2 que se caracteriza por una mayor fabricación de citocinas, (inmunomensajeros) que son las responsables de las reacciones histamínicas que acompañan a muchas enfermedades: alergias en la piel, en el aparato respiratorio, presión arterial baja, colon irritable, heces pastosas o diarreicas, migrañas, etc.
El estrés crónico provoca reacciones histamínicas que afectan a la piel. A cuántas personas no hemos escuchados decir enfadados: cuando me pongo nervioso me empeoran los eccemas, la piel atópica o la psoriasis, ¡sólo me falta esto!
Las emociones y los aspectos psicosociales están íntimamente conectados con nuestra piel, puesto que el cerebro y la piel provienen de la misma capa del desarrollo embrionario (ectodermo). ¿En qué enfocarnos, en procurar que no falten antihistamínicos en casa o en activar el nervio vago?
El nervio vago te ofrece relajación y una reducción de las citocinas inflamatorias, por lo tanto, tiene efectos antiinflamatorios.Todos podemos beneficiarnos de estos efectos porque es un nervio que tenemos todos. Te recomiendo una herramienta muy económica y sin efectos secundarios: mantén una actitud activa para resolver los problemas e intenta “frenar la cabeza”.
¿Cómo podemos activar el nervio vago? ¿Cómo aumentar el tono vagal? ¡La respiración influye en la actividad del nervio vago!
Un número creciente de estudios científicos apuntan a los beneficios de las técnicas de relajación para el tratamiento de las enfermedades inflamatorias intestinales. Concretamente, respirar lentamente e inspirar profundamente aumenta el tono vagal (tono parasimpático).
El entrenamiento de técnicas de relajación y las intervenciones de relajación cuerpo-mente han demostrado efectividad para reducir el dolor, reducir la ansiedad y mejorar la calidad de vida de personas que creían tener padecimientos que se frenan tratando solamente los síntomas, sin detenerse a pensar en algo más determinante: resolver los mecanismos causantes de esta situación.
¿Cuáles son las técnicas que han demostrado efectividad para modular la actividad del nervio vago con efectos terapéuticos?
La mindfulness, la meditación, el yoga y la hipnosis aumentan el tono vagal y son efectivas para calmar nuestro estado anímico, reducir la angustia, el nerviosismo y también, para reducir las inflamaciones y mejorar nuestra microbiota y el funcionamiento intestinal. Te recomiendo seguir regularmente alguno de estos hábitos de vida.
Concretamente, durante la práctica del yoga aumenta el tono vagal, aumenta la actividad parasimpática, se activa el córtex prefrontal y se frena la actividad de la amígdala y como resultado disminuyen los síntomas de las personas que han sufrido estrés postraumático.
El estrés es especialmente perjudicial para las personas que ya sufren enfermedades inflamatorias crónicas porque provoca la liberación de histamina, desencadenante de problemas de salud por exceso de histamina. Mientras mayor sea tu estrés, mayor será la cantidad de histamina que tendrás como resultado de la desgranulación de los mastocitos, que la contienen en su interior. El estrés crónico se suele acompañar de cefaleas y/o migrañas, enfermedades alérgicas, inflamaciones intestinales, colon irritable, ansiedad-irritabilidad, eccemas, contracturas, etc.
Y las puedes mejorar todas ellas con estas técnicas psicoemocionales que recomiendo que incorpores a tus hábitos de vida. Porque todos nosotros podemos entrenarnos para mejorar la gestión del estrés. Las intervenciones psicoemocionales pueden reducir la liberación de histamina de los mastocitos y reducir o suprimir reacciones alérgicas.
En estudios publicados por el Dr. Theoharides nos enseñan como la hipnosis ha permitido reducir los niveles de triptasa y de histamina medidos en orina en 30 niños que sufrían migrañas por una excesiva desgranulación de los mastocitos. Así la hipnosis nos sirve para reducir la desgranulación de los mastocitos.
En estudios realizados para valorar la eficacia de la hipnosis se comprobó que las emociones de alegría, rabia o tristeza provocan reacciones diferentes en la piel. Las personas que sienten alegría o rabia tienen poca liberación de histamina. En cambio, las personas que sienten tristeza suelen tener mayor liberación de histamina y mayor reactividad alérgica.
Recuérdalo:
Practicar meditación e hipnosis reduce las reacciones histamínicas de nuestro organismo, que ayudan a disminuir la inmunoreactividad de la piel frente a las enfermedades alérgicas, tanto de las alergias tipo 1 (reacciones inmediatas y muy rápidas mediante las IgE) por la desgranulación de las células de mast (mastocitos) cómo de las alergias tipos 4 (reacciones más tardías, 2 o 3 días) por reacción del sistema inmunitario (macrófagos y órganos linfáticos del sistema inmunitario).
Hoy he tenido el atrevimiento de aconsejarte en qué pensar.
Muchas gracias por permitírmelo.
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